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lunes, 23 de enero de 2012

El Espíritu Santo, primera parte

El Espíritu Santo, primera parte

Antes y Después
            Jesús mismo no manifestó el poder de Dios hasta que Él fue bautizado en el Espíritu Santo. Los Ángeles lo proclamaron Señor en Su nacimiento, pero nada de esto tipificó el ministerio de Cristo, predicando, sanando, echando fuera demonios, nada de esto ocurrió antes de que el Espíritu Santo descendiera sobre Él como una paloma:
 “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de dios que descendía como paloma, y venía sobre Él. Y hubo una voz de los cielos, que decía. Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mat. 3:16-17).
El bautismo en el Espíritu Santo sirvió como el punto de partida de lo natural a lo sobrenatural en la vida de Cristo.
           
Jesús inmediatamente comenzó Su ministerio luego de haber sido ungido en el Espíritu Santo. El Espíritu lo llevó al desierto para enfrentar al diablo (Lucas 4:1-13). Salió victorioso y valientemente declaró en la sinagoga de Su propio pueblo. “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:18-19). Desde este punto en adelante, Jesús cumplió lo que Él estaba ungido para hacer.
           
Muchas veces, el Señor admitió Su total dependencia del Padre y del Espíritu. Él cumplió la voluntad de Su Padre con el poder del Espíritu santo fluyendo en y a través de Él. Padre, Hijo y Espíritu Santo siempre trabajando juntos en completa cooperación. Como parte de esta inter dependiente, trina deidad, Jesús no podía y no pudo hacer ningún milagro hasta que el Espíritu Santo vino sobre Él.

Dios nunca hace nada en forma independiente de Su Espíritu. Por tanto, dándole la bienvenida al Espíritu Santo en tu vida es absolutamente esencial que experimentes la victoria y la abundancia que Dios ha provisto. Si el Hijo de Dios sin pecado tuvo que ser bautizado en el Espíritu Santo antes de empezar Su ministerio, ¿cómo puede alguien presumir que es un cristiano efectivo sin ser bautizado con el Espíritu Santo?


Disturbios, Alboroto,  enfrentamiento,
Blasfemia, pecados mortales
           
Los discípulos eran pobres de espíritu, temerosos antes de recibir el bautismo del Espíritu Santo. Estos hombres habían seguido a Jesús por tres años y medio, observando Sus milagros, escuchando Sus enseñanzas y experimentando cada día la vida con Él. Exhibieron debilidad, inmadurez, carnalidad y diferencias. En el arresto de Jesús, todas sus promesas de permanecer con Él, de morir, si era necesario, se fueron por la ventana, conforme lo olvidaban y escapaban con terror.
           
Pedro negó a Jesús en tres ocasiones diferentes, sólo unas horas después de empeñar su “obediencia eterna.” Su fuerza natural se marchitó frente a una damisela, la sierva del sumo sacerdote, y otros más conforme sucesivamente cada uno de  ellos preguntó: “¿No eres tú uno de los discípulos de Jesús?” Sudando y jurando, respondió: “!No, no siguiera conozco al hombre!” Pedro lloró amargamente cuando se dio cuenta de lo que había hecho. No quería negar a Cristo, pero no tenía poder sobre su fuerza humana (Mate 26:69-75).
            Después Pedro y los demás discípulos fueron bautizados en el Espíritu Santo. “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba…  y fuero todos llenos del Espíritu Santo” (Hechos 2:1-2, 4). Instantáneamente se transformaron en testigos poderosos y testificaron de Jesús con gran denuedo. Tres mil fueron salvos y bautizados con agua ese primer día (Hechos 2:41).
            
Poco tiempo después de esto, Pedro y Juan sanaron a un hombre cojo enfrente del templo y causaron un gran alboroto predicando el Evangelio, los líderes religiosos los enviaron  a la cárcel (Hechos 3, 4:3). Miles más creyeron su mensaje, así que los líderes interrogaron a Pedro y a Juan para averiguar lo que estaba pasando. “Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los  ancianos y los escribas, y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes; y poniéndoles en medio, les preguntaron ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?”(Hechos 4:5-7).
            
Pedro valientemente enfrentó a los hombres que crucificaron a Jesús. “Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo; gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por Él, este hombre está en vuestra presencia sano. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:8-12).

Pedro públicamente declaró a todos los líderes Judíos que creyeron en el Dios de Abraham que esto era insuficiente para su salvación. Claramente dijo que creyeran en el nombre de Jesucristo, en quien ellos mismos habían asesinado, o enfrentarían perdición eterna. Pedro los dejó sin ningún escape: O aceptaban a Jesús o lo rechazaban.
           
El mismo hombre de quien los discípulos habían escapado en una ocasión con terror para salvar sus vidas, ahora estaban retrocediendo con valentía; “Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra” (Hechos  4:13-14). El milagro obró en los discípulos completamente impactados por la oposición de los líderes religiosos.
¡Qué diferencia hace el bautismo en el Espíritu Santo!

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